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Todos hablamos. Todos escribimos. Todos nos comunicamos de alguna manera, todos los días. Pero, ¿alguna vez nos detenemos a pensar cómo lo hacemos, por qué lo hacemos así, o qué provoca eso en los demás?
Desde que la tecnología se volvió parte esencial de la escuela con clases virtuales, plataformas educativas, grupos de WhatsApp y tareas digitales nuestra forma de expresarnos cambió. A veces, ni siquiera notamos cómo el uso constante del celular o la computadora ha modificado la manera en que decimos las cosas. Ya no es solo hablar o escribir, ahora también es saber cuándo, cómo y a través de qué medio comunicarnos.
Este blog no busca dar respuestas definitivas, sino abrir el diálogo. Porque detrás de cada mensaje enviado y de cada micrófono silenciado, hay una historia, una emoción o una idea que quizás merece ser contada.
1. Cuando escribir ya no significa pensar.
Las herramientas tecnológicas como autocorrectores, inteligencia artificial y traductores han hecho que escribir parezca más fácil. Pero esa facilidad puede volverse un arma de doble filo: muchos estudiantes ya no reflexionan sobre lo que escriben, solo lo “producen” rápido. La ortografía se descuida, las ideas son vagas y la coherencia se pierde.
2. Hablar en clases virtuales.
Desde que empezamos a usar plataformas como Zoom o Meet, hablar en clase se volvió todo un reto. Hay quienes no prenden la cámara, otros no activan el micrófono, y algunos escriben solo por el chat. Yo también lo hice. Me daba miedo decir algo y que me juzgaran, o simplemente no sabía cómo expresarlo. Pero con el tiempo me di cuenta de que, si no hablamos, nuestra voz no cuenta.
Experiencia: una vez en una clase nos pidieron leer en voz alta. Al principio todos nos quedamos en silencio, pero cuando un compañero se animó, más de uno lo siguió. Sentí que la clase revivió, que ya no era solo una pantalla, sino un espacio de verdad. Desde entonces trato de hablar, aunque sea con nervios. Me hace sentir parte.
Recomendación entre estudiantes: no hace falta hablar perfecto. Basta con compartir una idea, una duda o una opinión. Eso ya mejora mucho la dinámica de la clase.
Durante todo este recorrido, hemos visto cómo la tecnología ha cambiado muchas cosas en la escuela. Hoy escribimos más rápido, hablamos menos en persona, y muchas veces nuestras palabras viajan por una pantalla antes de llegar a alguien. A veces eso ayuda, otras veces complica. Pero lo más importante que aprendí escribiendo este blog es que comunicarse va más allá de usar un celular o una computadora. Es pensar en lo que el otro siente, en cómo va a entender lo que le decimos, y en qué dejamos cuando ya no estamos hablando. La tecnología nos puede acercar si sabemos usarla bien. También nos puede alejar si olvidamos que del otro lado hay una persona que también siente, duda y espera una respuesta clara y respetuosa. No se trata de escribir perfecto ni de hablar sin miedo, sino de intentar cada día expresarnos mejor. Porque cuando usamos bien nuestras palabras, construimos un puente, incluso desde la distancia. Este blog termina aquí, pero la forma en que nos comunicamos se sigue construyendo todos los días, en cada clase, en cada tarea y en cada mensaje que enviamos.
Punturero, F. (s.f.). La amenaza del autocorrector para la comunicación y la educación. LinkedIn. https://es.linkedin.com/pulse/la-amenaza-del-autocorrector-para-comunicaci%C3%B3n-y-florencia-punturero
Formacionele. (s.f.). Cómo hacer que los estudiantes hablen más en las clases en línea. Formacionele. https://formacionele.com/como-hacer-que-los-estudiantes-hablen-mas-en-las-clases-en-linea/
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